Quienes hayan experimentado la mágica sensación y juego de texturas que provoca dar una mordida a esta comida callejera sabrá que pocas cosas hay tan placenteras como este antojito mexicano. La combinación salada del chicharrón con su crujosidad y la salsa acidita y picante las vuelve prácticamente adictivas.
Dicen que esta emblemática torta de chicharrón seco se inventó en los años 50, cuando un obrero pidió a un vendedor de tortas que rellenaran su bolillo con ‘duro’ y salsita.
El resultado estaba tan picante que no paraba de hacer ruidos como las de los pájaros y por eso bautizaron este tentempié como guacamayas.
Se prepara la salsa con lo jitomates, cebolla, chile serrano y cilantro estilo pico de gallo y se reserva. Además se asa un tomate, media cebolla, un diente de ajo y los chiles de árbol secos y se licúa con un poco de agua para obtener una salsa mas líquida y se agrega al pico de gallo, agregue sal y pimienta y el jugo de un limón.
El bolillo debe ser crujiente, firme, bien cocido, “dorado” o tostado por su exterior, éste se abre de un lado y se le retira el migajón, enseguida se va rellenando con chicharrón quebrado, se le puede agregar unas rebanadas de aguacate, ahora unas cucharadas de salsa para humedecer el duro y si la quieres picosita, le agregas su salsa de chile de árbol, enseguida la condimentas con unos cueritos encurtidos, éstos pueden llevar zanahoria en trozos pequeños, y por último unas gotas de limón y sal.